Por muy Trumpista que se sea; por muy fanáticamente creyente en el conservadurismo que se sea; por muy muy admirador del Presidente Trump; no se puede siquiera imaginar lo verdaderamente aplastante de la victoria ocurrida en las elecciones del 5 de Noviembre de 2024.
A menos que se pueda ver el mapa resultante, teñido de rojo de forma absoluta, el balance mayoritario en el Congreso, en el voto popular, en el número de estados, en el absoluto mandato, si se cuentan los condados… cuesta imaginar un mandato popular más contundente, impecablemente objetivo que el que el pueblo norteamericano otorgó al Presidente Trump.
Ahora resulta más entendible la estadística promedio que
no encuentra de dónde salieron los 6 millones de electores que votaron para
Presidente a una persona que apenas salió del sótano de su casa a hacer campaña,
contra un Presidente en ejercicio que obtuvo 75 millones de votos,
absolutamente muy superior a presidentes en ejercicio y esos 6 millones de “votantes” nunca más han
vuelto a votar…
Eso enmarcado en irregularidades de todo tipo, dieron la “victoria
histórica” a una persona con un pasado oscuro de “flip-flops”, que de defensor
a ultranza del KKK se convirtió en todo lo contrario, entre otras lindezas.
Ese maquiavélico asalto al poder en 2020 fue efectuado
con una agenda:
· - destruir a la nación creada sobre la base de la igualdad ante la Ley,
· - la República democrática,
· - el balance de poderes,
· - la libertad empresarial,
·
y fue seguida de la inserción de todo tipo de “impertérritos”
incompetentes, con una tarea común:
o
virarlo todo de cabeza,
o
destruir los principios constitucionales,
o
atentar contra la meritocracia para imponer la destructocracia:
o
destruir la capacidad defensiva sustituyendo el mérito por la “inclusividad”,
o
destruir la moneda y su valor mediante la impresión de dinero sin respaldo,
creador de inflación y de destrucción del nivel de vida, de la competitividad y
del desarrollo real,
o
sustituir la educación patriótica por el adoctrinamiento,
o
imponer la discriminación política y social escondida en la inclusión de
todo tipo de conductas favorecedoras de la disolución del patriotismo, el
respeto a los mayores y el desarrollo de conductas antisociales,
o
disolver la nacionalidad mediante la admisión masiva de inmigrantes que
facilitase un ejercicio del voto sin criterio a su favor y coadyuvase a la
destrucción de la nación que diseñaron los Padres Fundadores
¿Es casual que esa sea precisamente el conjunto de
objetivos de la llamada Agenda 2030, del globalismo que aspira a “modelar” la
humanidad a su nuevo orden económico, político y social, de dominio absoluto
sobre toda esa humanidad y convertirla en su servidora?
A medida que esa destrucción mostró su horroroso
resultado, el país, como un todo, decidió lo que pasó en las urnas el 5 de noviembre.
El proceso conformó una verdadera alianza nueva: los que querían salvar su nación,
su patria, su cultura, su orgullo por ser norteamericano, de origen o adoptado,
no importa en que partido o grupo social estuviese, contra el antiamericanismo,
la destrucción de la nación, que una especie de rabiosos fanáticos querían
perpetuar y terminar de consolidar.
Todo tipo de persona que se dio cuenta de qué lado brillaba
el orgullo americano decidió apoyar al Presidente Trump, cuya resistencia a la
barbarie ha sido proverbial, que ha dedicado su vida, su familia, su
trayectoria a defender la nación era, es y será, el indiscutido líder de todas
esas personas, que por encima de intereses personales abandonó a las huestes
demócratas y ha formado esa coalición patriótica.
Esa coalición conforma el gabinete que el Presidente Trump ha nucleado para esa gran batalla que es arreglar lo que está roto, a pesar de la retranca, la retórica, las jugadas sucias, los insultos y las campañas mediáticas. Eso ya lo hicieron, lo van a seguir haciendo y los ciudadanos no los toman en cuenta. Solo la prensa alabardera, los comentaristas servidores del antiamericanismo y algún que otro“rino” prestará oídos a esos novelones, a la histeria y el resquemor de los que perdieron por una aplastante mayoría. Hay mucho que arreglar y reconstruir.
¿Puede alguien, en su sano juicio, pensar que el Presidente Trump y su equipo para arreglar la nación, va a prestar oídos a tales idioteces?
Acaso:
· Los Generales del Pentágono que destruyeron lo que debían conservar, dirán
que el mismísimo Eisenhower que ganó la II Guerra Mundial, es incompetente para
revisarlos…
· Los destructores de la política exterior en el Departamento de Estado, jamás
declararán lo felices que son de que Marco Rubio les sacuda la mata.
· Los que convirtieron al Depto. de Justicia y al FBI en una agencia privada
contra Trump, pues jamás admitirán que Gaetz es más competente que todos ellos
juntos, porque es una persona decente y no un vendido.
· Los defensores de la barbaridad transgénero, abanderados detrás de esa
persona que ha dislocado el sentido común del papel de la salud en el género
humano, nunca admitirán que RFKJr es competente para barrerlos a todos de toda
oficina que haya destruido los principios por la que existe.
· Los abanderados del papelazo de los oficiales de la inteligencia
certificando que la laptop de Hunter Biden era un dardo desinformativo de
Rusia, contra toda verdad, claro que no estarán de acuerdo ni que, si nombran
al difunto Allan Dulles, porque ellos no tienen salvación, disculpa o excusa.
Corrupción monda y lironda. Y eso puede ser juzgado, porque es un delito.
·
Que el hombre más exitoso del planeta, junto a alguien de la misma
experiencia, racionalicen y ordenen a los burócratas, no es bien visto…por los
burócratas, que actualmente campean por su respeto.
· Los “educadores” que han introducido la anti-educación para complacer a sus
superiores, en detrimento de las familias, de la nación y de su futuro, jamás
aceptarán la monstruosidad que han hecho. Aunque la nación entera se lo grite
en su cara.
Cada uno de los que la hicieron, deberán responder por sus acciones, ya que muchas de ellas son delitos, son traición a la nación o son pura corrupción.
Todas ellas, previstas y sancionadas en todo código, civil
y militar.
Del lado nuestro hay una tarea bien clara: ¡respaldar a
nuestros salvadores!