Pese a los innumerables enredos,
ensayos, manuales, libros, conferencias, cursos, con que las clases dominantes
de cada época histórica que ha vivido la humanidad, han pretendido esconder
su esencia, la economía se reduce a crear, consumir, distribuir y acumular
los bienes necesarios para vivir.
Mantener
el continuo flujo de esos bienes para el sostén de la vida, implícitamente se
lleva a cabo con un principio básico: cada día debe ser vivido mejor que los
anteriores. Por ello es que alcanzar el crecimiento es parte esencial del
devenir humano.
Y
de ahí que existe un propósito de recoger las experiencias, acciones, interacciones
y palancas que permiten llevar a cabo ese progreso que es en esencia, crear
lo más posible con el esfuerzo mínimo indispensable, y su espejo: minimizar el
esfuerzo, el gasto requerido para obtener el resultado deseado.
Ese
tesoro de conocimientos, experiencias, métodos, acciones y reacciones es el
contenido real de la economía.
Y
desde que la especie humana se fue agrupando para sobrevivir a los peligros, a
las agresiones de otros grupos rivales para conquistar su territorio, que era
la base fundamental de la sobrevivencia, ha estado presente la pretensión de
grupos que se dicen, se creen y actúan como castas, clases, superiores, a
partir de
- un
supuesto mandato divino (lo que originó las
monarquías), o
-
salvadores del planeta (los ecológicos), o
-
grupos especiales con el conocimiento, con la “gracia” especial de ser dominantes (los
creadores de las leyes sociales)
Los
miles de años transcurridos no dejan de ser testigos de esa pretensión,
causante de guerras, genocidios, teorías, y un largo etcétera, desde las
monarquías, hasta los partidos políticos actuales.
Jamás
ha dejado de existir ese deseo de imponerse, de dominar a los demás, lo
que se muestra simplemente mirando la historia de las “civilizaciones”. Con nomenclaturas diversas, pero con el
mismo denominador común: la dominación de la mayoría, a manos de esas
minorías de antemano “calificadas” para ser dominadores.
El
desarrollo impetuoso de la ciencia y la tecnología, mostró en forma explosiva
el absurdo anterior. Además
de las “clases” tradicionales, parte inseparable del mundo de los “señores
feudales”, surgieron nuevos elementos independientes: comerciantes,
técnicos, artesanos, que crearon una nueva manera de ver el mundo de forma
mucho más lógica: la sociedad se manejaría por aquellos que, en cada instante,
eran los más idóneos: los que mayor riqueza creasen.
La
Economía Mercantil impuso la necesidad de un nuevo ordenamiento jurídico que
dejó obsoletas las antiguas monarquías y ordenamientos feudales. Surgieron
revoluciones para transformar la sociedad anterior en los lineamientos de la
nueva economía: Libertades y Derechos, una Constitución que los regulase y unas
elecciones que pusiesen en el poder a
quienes la población apoyase son su voto.
Y
una Ley Económica trascendentalmente nueva: la libre competencia, determinante
de quien es exitoso y quien no. Ley
que originó una riqueza social no imaginada hasta entonces y que requiere que
el dinero sea el reflejo y la cuantificación del mundo mercantil, el equilibrio
que determine el progreso económico, político y social.
Ninguna
entidad, en Gobierno o Parlamento, debe desequilibrar el mundo mercantil, implícitamente
balanceado por la libre oferta y demanda.
Esa
fue la brújula que guió a los Padres Fundadores de nuestra nación. Y fue
el motor que convirtió a los Estados Unidos de América en el faro de la
riqueza, el poder y la libertad en el mundo.
El
cumplimiento de los principios de la Democracia demanda las elecciones
periódicas para escoger a quiénes serán los administradores de la “cosa
pública”. Ello causa el surgimiento de un nuevo elemento ajeno a las reglas del
mercantilismo: los “oficiales electos” que en lenguaje popular llamamos
“políticos” en un papel secundario.
Los
“oficiales electos” agrupados en “partidos políticos” y en posesión
del instrumento parlamentario y el de la administración, representan a grupos
de presión e interés, muchos de los cuáles so solo no están de acuerdo
con la “libre competencia” sino incluso están opuestos.
La
creación de múltiples “movimientos” de empuje social, propulsores de ideas como
el comunismo, como la igualdad social, la promoción de justicia social, son
opuestos abiertamente a la libre competencia y promotores de todo lo contrario,
lo que ha minado completamente la idea original de los padres fundadores y
que convirtieron a la nación en el faro del mundo.
Y
han convertido al foro parlamentario y a la administración de la cosa pública
en instrumentos de esos grupos de presión, estableciendo todo tipo de reglamentos,
fijación de precios, cuotas, permisos, y muchas más, destrozando en la práctica
el equilibrio explícito de la Libre Competencia.
También
han procreado ese mismo estilo “administrativo” la permisología, y la intromisión “gubernamental” en la vida
social en todos los estados, los condados, las ciudades y regiones, en
fin, en miles de burocracias, sedientas de impuestos para su manutención,
violadores del equilibrio y brazos multiplicadores de los partidos políticos.
Garantizar
los Deberes y Derechos de la Constitución es la formal tarea de todo ese
entarimado, pero garantizar los intereses del grupo de presión al que
pertenecen es la verdadera tarea de ellos.
Con
lo cual podemos apreciar que este esquema es completamente ajeno a lo creado
por los Padres Fundadores y explica, por qué, la nación está inmersa en una
deuda pública que expresa a gritos el desequilibrio existente.
Recuperar
el equilibrio es una tarea de primer orden porque el equilibrio es la esencia
del sistema económico. No se puede “utilizar” lo que no se ha creado, como
lamentablemente han puesto en práctica los “políticos” que han manejado
nuestra economía en los últimos decenios.
El
elemento imprescindible en el equilibrio es el sistema de precios,
formado en el proceso de libre intercambio entre la oferta y la demanda.
La
Producción Creada es resultado de sumar todos los insumos productivos
(valor transferido) más el nuevo valor creado (Salarios, Depreciación, Taxes,
Ganancia, Importaciones para producir).
PC=Valor
Transferido + Valor Creado
La
Producción Utilizada es resultado de todos los valores transferidos más
la Demanda Final (Consumo, Acumulación, Exportaciones: PU= Valor Transferido
+ (C+A+Exp)
De
dónde: PCreada=PUtilizada; (lo creado es lo distribuible);
Suma
de Transferidos + NVC = Suma de Transferidos + (C+A+Exp);
Salarios+Depr+
Taxes+Ganancia+ Imp= C+A+Exp
y S+D+T+G = C+A + (Exp-Imp). Solo se puede
distribuir lo Creado más el Saldo del
Comercio Exterior. Cualquier exceso en Consumo
y Acumulación más el SCE solo es posible con un préstamo, que habrá que pagar más el interés correspondiente.
Por
lo tanto: Imprimir Dinero para gastar más de lo disponible tiene dos efectos:
1.-
Rebaja el valor de la moneda automáticamente, lo que se refleja en un aumento
de los precios.
2.-
Es un “préstamo” indocumentado, que se pagará con la disminución
posterior del Consumo y la Acumulación, debido a la rebaja del valor de
la moneda.
La
conclusión es obvia: ¿Por qué una casa que hace 50 años valía $30,000 hoy vale
$600,000? Porque la moneda vale el 5% de
lo que valía 50 años detrás. Lo mismo sucede con la alimentación, el
transporte, etc.
Si
esquemáticamente organizamos los elementos de la reproducción de esta manera:
(1)+ (2) = Pdistribuida y (1)
+ (3) = PCreada, de dónde;
(2) = (3) ;
y por tanto: (4) = (3) + SCE (Exp-Imp). En palabras:
La Redistribución y Uso Final del Producto es
la Renta Nacional Creada (3) ajustada en el Saldo del Comercio Exterior
(Exp-Imp) que es único elemento autónomo y permite el flujo adicional de
valores necesarios para usar más que lo creado, sin consecuencias
desequibrantes a corto o largo plazo.
Junto a ellos tenemos otros tantos promulgadores de ideas
como el salvamento del planeta, la justicia social, la salvación humana y
muchas otras, que no es el propósito de nuestro documento profundizar. Todos ellos, aislados y en conjunto,
promueven la destrucción de la piedra angular
de la economía: el equilibrio, que se logra únicamente en el proceso de
libre juego de la oferta y la demanda.
Hay modelos de equilibrio para científicamente y partir
del uso de la simulación matemática, conseguir un sistema de precios
equilibrado. En 1970 en la Revista Economía y Desarrollo #4, aparece publicado
y descrito ese modelo (Algunas Notas para el Cómputo de un Sistema de Precios,
escrito por mí). Complementariamente, en “El Cuarto Cuadrante del Modelo de
Insumo-Producto: Análisis y Metodología”, Universidad de La Habana, 1969, hay
otro artículo excelente sobre el tema, escrito también por mí).
Resumiendo: Resurgir la Economía Norteamericana es una
necesidad imperiosa, antes que el camino actual no tenga remedio. Para ello se
requiere:
1.- Reinstaurar la lógica probada hasta la saciedad, de la
libertad económica como paso imprescindible para el verdadero crecimiento.
2.- Ajustar el papel de los funcionarios electos para limitar
su actuación a administradores del erario público y no reguladores económicos.
3.- Erradicar la existencia de regulaciones extraeconómicas,
permisos, establecimiento de precios, y otras palancas arrebatadas a la libre
competencia como reguladora universal de la economía, existentes por miles en
ciudades, condados, estados y la nación.
4-
Crear sistemas de rendición de cuentas de los funcionarios electos ante sus
electores, quiénes son los efectivos dueños del poder en la democracia
republicana que es nuestra forma de gobierno, y establecer un límite de tiempo de participación de los
funcionarios electos que asegure la erradicación de intereses ajenos a la
República.
No comments:
Post a Comment