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Thursday, October 21, 2021

Go Brandon!

 Go Brandon!

Todos los pueblos del mundo tienen una elocuente manera de expresar sus sentimientos contra lo que les molesta, les incomoda o les recuerda algo que preferirían olvidar y de forma socarrona se refieren al tema con algo de burla, de expresión pública y de reacción manifiestamente de desdén, desprecio y sorna. Esas manifestaciones surgen espontáneamente y se aceptan y utilizan colectivamente con mucho de complicidad colectiva y anónima contra lo que es detestado.

El caso que nos ocupa tiene un doble significado pues al mismo tiempo se burla de quien se quiere denostar y hay una segunda burla pública contra quien pretendió esconder  esa burla haciendo creer  que una multitud coreaba algo completamente ajeno y diferente a lo que claramente  se oía pero que intentaba ocultar para evitar la aceptación de  la burla, y que precisamente hace aparecer un “chupa medias”que pretendía negar lo obvio, lo público y notorio, para pretender “cuidar” la imagen del personaje público objeto de la burla, lo que resulta en una especie de burla por partida doble: contra el personaje y también contra quienes quieren ocultar ese público y espontáneo deterioro de la verdad, del respeto a las multitudes, del sagrado derecho del pueblo a expresar sus sentimientos y opiniones de la mejor manera.

Con nuestros vecinos “revolucionarios” intolerantes y aterrorizados del miedo a las multitudes libres sucede un fenómeno complementario. La burla y el desprecio popular es restringido en su forma cotidiana por la ausencia absoluta de reglas de convivencia, de respeto a la verdad y de derechos por lo que solamente la presencia de los ciudadanos en la calle se toma como un acto de rebeldía contra el poder establecido, pues solamente los ciudadanos pueden salir masivamente a la calle convocados por la tiranía. Salir sin permiso es un desafío a la “ley” y merecedor de la cárcel y el escarnio público. Frente a eso hay un clamor: “Pa’la Calle”, pues la simple presencia del pueblo en la calle hace temblar a la injusticia y a la tiranía.

El año pasado en USA también hubo gente en las calles. No pacíficamente, sino quemando propiedades y desestabilizando a la sociedad, que se basa en la Ley y el Orden para su funcionamiento y pidiendo, entre otras cosas, desfinanciar a la Policía, para continuar impunemente el proceso de desestabilización social.

Ese proceso fue parte de los orígenes del actual Go Brandon! que podría estar esta vez acompañado de multitudes en las calles, ahora totalmente pacíficos, pero mostrando la unanimidad del deseo de Ley y Orden, de respaldo a la Policía, de recuperación de nuestra riqueza petrolera, de un ejército patriota y efectivo, de una economía próspera, de una nación respetada, entre otras muchas causas.

Go Brandon!   Pa’la calle!!!



Friday, October 15, 2021

A Grandes Males...

 A Grandes Males...

La sabiduría humana, colectivamente atesorada es anónimamente recogida en refranes, no pocas veces solemnes epitafios. Uno de esos epitafios que reflejan realidades imposibles de pasar por alto es “ A grandes males...grandes remedios”.

La época que vivimos es espejo fiel de ese refrán-epitafio. Imposible que tengamos males mayores a los existentes. Una sociedad prácticamente secuestrada por males inconmensurables: una economía victima de líderes más interesados en la ideología, los pensamientos y las palabras que en el bienestar; encaprichados y decididos a destruir su funcionamiento con una inflación alocada, destructora del equilibrio y de las herramientas de manejo y control del desarrollo y la prosperidad. Desesperados por consumar una distribución masiva de la riqueza que convierta en clientes obedientes a la mayoría.

Líderes decididos a destruir la base productiva nacional de la energía propia, en busca de un supuesto paraíso verde, entregando el motor de la prosperidad a otros países, en no pocos casos enemigos jurados del nuestro, lo que ha encarecido toda la vida  social y productiva, usuaria  de la energía.

Líderes supuestamente elegidos por una mayoría “aplastante”, que son  portadores de una dañina política de divisionismo racial que se supone “cure” males raciales pretéritos. Tendencias activas a la destrucción total del pasado histórico que nos ha traído a la cima del mundo, en busca de otra cima de otro mundo que jamás se ha visto ni funcionado, que le ha costado a la humanidad millones de muertes, hambre, miseria y atraso, pero que entusiastamente quieren implantar una  vez más.

Parte inseparable de esos designios es la transformación de la educación a un proceso más enfocado a crear una doctrina coherente con el disparate anterior que a la formación real para un futuro productivo, natural y racionalmente basado en el conocimiento, la destreza, la creatividad y la competitividad saludable. Para imponer esa realidad se ha instaurado un peligroso proceso oficial de intimidación contra los padres, que se supone sean los definidores del futuro de sus hijos, utilizando la amenaza (hasta ahora solamente amenaza) del procesamiento criminal contra ellos, por el solo hecho de tratar de exponer sus argumentos.

Se ha desarrollado una especie de cáncer social con la tendencia a destruir las fuerzas policiales locales que ha traído enormes crecimientos de la inseguridad, el crimen y el desasosiego, combinados con la invasión cotidiana, silenciosa y constante, de inmigrantes ilegales sin control alguno, inundando comunidades enteras para transformarlas en algo que no sabemos a ciencia cierta que será, pero nada ni parecido o mejor que lo que teníamos hasta hace solo un año atrás.

Por mucho que quiera simularse un desentendimiento de a dónde llegaremos por este horroroso camino, es imposible  no comprender que lo malo es opuesto a lo bueno. Que sustituir una sociedad que por más de doscientos años ha crecido saludablemente hasta llegar a la cima del mundo que ya existía desde siglos atrás por una que jamás ha funcionado y que le ha costado a la humanidad más muertes que todas las guerras mundiales juntas, es un mal mayor real e inminente. Ante ese gran mal, ¿cuál es el gran remedio? 

¿ Esperar lo inevitable,  con los brazos cruzados,  para perder lo que aún te queda?

Thursday, October 7, 2021

Algo que reconstruir?

 El muy conocido “triunfo avasallador” del anti-Americanismo en 2020 ha sido seguido de una loca carrera hacia “cambiar el país”, cosa que no pocos de sus líderes advirtieron que harían. Mirando hacia atrás, es muy revelador constatar que el “Presidente” Biden llegase a la Casa Blanca con una larga lista de órdenes ejecutivas que puso en práctica en minutos y que permiten darse cuenta de la velocidad con que esos cambios se previeron y se están ejecutando, con una agenda minuciosamente preparada.

Aquellos acostumbrados a la lectura de los acontecimientos del pasado, tanto en USA como en otras partes del mundo, no pueden dejar de asociar esa “velocidad” con tránsitos similares ocurridos en el planeta y que no son nada parecido a lo acostumbrado en este país, en más de 200 años anteriores.

La economía ha sido minada en sus bases con una emisión de dinero que impide el desarrollo estable y pretende transformar un sistema de libre competencia en una sistema de “ordeno y mando” que aprovecha una monolítica “unidad” del grupo gobernante para pasar leyes y regulaciones que ningún ser humano podría aprobar al ritmo de miles de páginas en “paquetes” imposibles humanamente de leer en unas horas, mucho menos de debatirle y analizarle. Esos paquetes vienen envueltos para regalo, mezclando premios y castigos, acciones terrenales con acciones ideológicas, malsanamente enredadas para “pasar de contrabando” cosas que nadie en su sano juicio aprobaría, de discutirse, analizarse y debatirse con el tiempo adecuado. Es imposible soslayar la intención de actuar de esa manera.

La propia democracia ha sido totalmente ignorada al erradicar toda discusión racional y convertir el proceso socio-político en una cacería de brujas contra los que opinan diferente. La plutocracia dominante ejecuta una censura dura y efectiva contra los que disienten a través de los medios públicos y se amordaza descaradamente a las personas para evitar que su voz sea escuchada. Pelotones de intimidación actúan a todos los niveles.

La historia de la nación ha sido llevada a la hoguera, destruyendo monumentos, estatuas, relatos y narrativas que les resultan “despreciables” a quiénes se han apoderado del derecho público a decidir por los demás, utilizando todo tipo de intimidaciones personales y colectivas.

La preparación de los niños y jóvenes ha sido contaminada con narrativas ideológicas inaceptables, incitación al odio racial y la creación de un clima de intolerancia a cualquier opinión contraria. Ese propio mecanismo tipo “ revolución cultural maoista” ha sido incorporado a las fuerzas armadas con un muy ejemplar resultado de esas políticas en su accionar en Afganistán.

Pese a la resistencia masiva contra el análisis, se ha ido demostrando que el proceso electoral del 2020 fue parte de esa activa campaña de sustituir el país existente, hasta ahora catalogado como el más democrático, tolerante, eficiente, y poderoso del mundo en una caricatura, con una fuerzas armadas sospechosamente incapaces de defenderlo, un futuro muy incierto por la preparación de sus jóvenes, una economía ahogada en su capacidad por la inflación galopante, una administración incapaz de ejecutar acciones eficaces, unas fronteras desaparecidas, una invasión tolerada de todo tipo de personas de todas partes del mundo y una falta de confianza generalizada sobre el futuro, mediato e inmediato.

Mientras muchas personas genuinamente educadas en la democracia - en proceso de cuestionamiento creciente – están esperanzadas en cambiar el panorama a través de los proceso electorales futuros, cabe una pregunta: ¿Quedará en pie algo que reconstruir? Si repasamos cómo fue ejecutado este “asalto al cielo” en los años recientes, fue precisamente minando y destruyendo esos procesos democráticos y vemos la premura con que corren a toda velocidad para no dejar nada en pie, incluyendo el proceso mismo...por lo que la pregunta sigue siendo válida: ¿Nos dejarán algo que rescatar y/o reconstruir?