A Grandes Males...
La
sabiduría humana, colectivamente atesorada es anónimamente recogida en
refranes, no pocas veces solemnes epitafios. Uno de esos epitafios que reflejan
realidades imposibles de pasar por alto es “ A grandes males...grandes
remedios”.
La época
que vivimos es espejo fiel de ese refrán-epitafio. Imposible que tengamos males
mayores a los existentes. Una sociedad prácticamente secuestrada por males
inconmensurables: una economía victima de líderes más interesados en la
ideología, los pensamientos y las palabras que en el bienestar; encaprichados y
decididos a destruir su funcionamiento con una inflación alocada, destructora
del equilibrio y de las herramientas de manejo y control del desarrollo y la
prosperidad. Desesperados por consumar una distribución masiva de la riqueza
que convierta en clientes obedientes a la mayoría.
Líderes
decididos a destruir la base productiva nacional de la energía propia, en busca
de un supuesto paraíso verde, entregando el motor de la prosperidad a otros
países, en no pocos casos enemigos jurados del nuestro, lo que ha encarecido
toda la vida social y productiva,
usuaria de la energía.
Líderes
supuestamente elegidos por una mayoría “aplastante”, que son portadores de una dañina política de
divisionismo racial que se supone “cure” males raciales pretéritos. Tendencias
activas a la destrucción total del pasado histórico que nos ha traído a la cima
del mundo, en busca de otra cima de otro mundo que jamás se ha visto ni
funcionado, que le ha costado a la humanidad millones de muertes, hambre,
miseria y atraso, pero que entusiastamente quieren implantar una vez más.
Parte
inseparable de esos designios es la transformación de la educación a un proceso
más enfocado a crear una doctrina coherente con el disparate anterior que a la
formación real para un futuro productivo, natural y racionalmente basado en el
conocimiento, la destreza, la creatividad y la competitividad saludable. Para
imponer esa realidad se ha instaurado un peligroso proceso oficial de
intimidación contra los padres, que se supone sean los definidores del futuro
de sus hijos, utilizando la amenaza (hasta ahora solamente amenaza) del
procesamiento criminal contra ellos, por el solo hecho de tratar de exponer sus
argumentos.
Se ha
desarrollado una especie de cáncer social con la tendencia a destruir las
fuerzas policiales locales que ha traído enormes crecimientos de la
inseguridad, el crimen y el desasosiego, combinados con la invasión cotidiana,
silenciosa y constante, de inmigrantes ilegales sin control alguno, inundando
comunidades enteras para transformarlas en algo que no sabemos a ciencia cierta
que será, pero nada ni parecido o mejor que lo que teníamos hasta hace solo un
año atrás.
Por mucho que quiera simularse un desentendimiento de a dónde llegaremos por este horroroso camino, es imposible no comprender que lo malo es opuesto a lo bueno. Que sustituir una sociedad que por más de doscientos años ha crecido saludablemente hasta llegar a la cima del mundo que ya existía desde siglos atrás por una que jamás ha funcionado y que le ha costado a la humanidad más muertes que todas las guerras mundiales juntas, es un mal mayor real e inminente. Ante ese gran mal, ¿cuál es el gran remedio?
¿ Esperar lo inevitable, con los
brazos cruzados, para perder lo que aún te
queda?
Rezar incesantemente y apoyar los que si continúan con buenos valores y Cristianamente creen en justicia y la verdad y salud de todos.
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