Todos recordamos ciertas fechas del calendario, ya sea por razones personales, familiares, sociales, laborales o históricas. El día del cumpleaños propio, y el de los más cercanos. El aniversario de bodas. La fecha que comenzamos a laborar.
Hay fechas que impactaron nuestra
historia y le cambiaron el rumbo. La peor fecha, es el 26 de Julio. Nos
trastornó toda la vida; la social, la familiar, la política, la laboral, la
histórica; fuw el retroceso a las peores condiciones que jamás haya tenido nuestro
país; fue la que dividió la familia, trastornó los valores, erradicó el
análisis sereno; fue la que implantó el fanatismo irracional y convirtió la
mentira, el disimulo y la doble moral en un modo de vida; fue la que convirtió
la miseria en vida cotidiana, la mentira
en un noticiero y un periódico oficial; la que desterró a parientes, amigos y
coterráneos; la que nos arrebató la Patria en que nacimos y la convirtió en
propiedad exclusiva de una mafia empoderada, fue la que nos borró como parte
indisoluble de la tierra en la que nacimos; fue la que convirtió la prosperidad
en un delito y la miseria y la escasez en una virtud; fue la que convirtió la
delación en un feliz cumplimiento del deber y la guataquería en un
empoderamiento; fue la que convirtió la verdad en mentira y la mentira en
progreso social.
Esa fecha borró de los libros y
las memorias a aquellos que pensaban diferente. Convirtió el robo de la
propiedad ajena en una forma de vida. Desterró los libros de historia, los
hechos reales y el orgullo nacional los convirtió en consignas de opresión para
callar la realidad y promulgar la apostasía como un mérito supremo. Fue la que creó
fusilar a aquelllos que le parecían demasiado amantes de la probidad y
encarcelar a quienes se atrevan a señalar la verdad. Y todo ello delante de
nuestros ojos y con la anuencia de una gran cantidad de cómplices y
colaboradores que posteriormente se han convertido en sus propias víctimas,
arrepentidas, pero aplastadas por su propia idiotez, que les impidió ver lo que
todos podían atestiguar con la simple observación objetiva de una realidad
aplastantemente opresiva.Una fecha que ha retrotraído a la nación a la época
colonial del siglo XIX.
Una fecha que ha convertido en una
receta maléfica el método para que otros pueblos caigan en la misma trampa, que
prioriza la subversión y la propaganda en otros países por encima de la
satisfacción de las necesidades del propio. Una fecha que ha creado una
perversa manera de oprimir a los demás en beneficio de un pequeño grupo de
fascinerosos que viven por encima de los demás, por encima de la Ley y en
connivencia con los peores especimenes de la raza humana para, agavillados,
someter a todos y disfrutar del poder omnímodo al peor estilo de las monarquías
feudales, no importa lo que hagan, todo es para mantener ese poder ilegítimo.
La receta empleada ya hasta ha
sido convertida en un procedimiento con marca registrada: Destruir el sosiego y
la paz públicos para que su arribo al poder sea recibido como un alivio y una
vez allí instalados aterrorizar a quienes osen discutir u oponerse, negando
hipócritamente sus verdaderos propósitos, vestidos con un oropel falso de
populismo ejercido a costa del robo de la propiedad ajena y que durará hasta
que se agoten esos recursos robados ya que no se ocuparán jamás de crear nuevos
recursos, sino solo de reprimir; robar la propiedad para erradicar cualquier
forma de poder alternativo e imponer un sistema oprobioso de lavado de cerebros
a través del monopolio de la difusión, la prensa y la propaganda; convertir
toda la vida social es un cuartel que impida la disensión y emplear los
recursos que tienen a su alcance en propaganda internacional, compra de
voluntades de organismos y países extranjeros y crear la miseria como un método
de vida para oprimir sin piedad a sus súbditos.
Priorizar el único gasto justificable:
un ejército de comisarios políticos a cargo de todas las organizaciones sociales,
un ejército de soplones, un ejército de represores empoderados y un cuerpo de
leyes que “legalicen” toda esa barbaridad. Impedir a toda costa que haya
surgimiento alguno de propiedad que no sea la que ellos administran, para
evitar cualquier chispa de autonomía en el pensamiento popular.
Para que este modelo de opresión
absoluta funcione, pues es necesario inicialmente “nacionalizar” para destruir
las principales industrias, la producción agropecuaria y cualquier otra fuente
para crear la dependencia absoluta de la población a sus amos, que
racionalizarán y distribuirán la escasez que asegure la mansedumbre y la
dependencia absoluta de la población a sus mecanismos de supervivencia
racionada.
Lo peor de esto es que al matar
el legítimo orgullo patrio y sustituirlo por generaciones por esta forma
elemental de supervivencia domesticada por la irracionalidad, la delación
sistematizada y la mansedumbre instigada por años, debilitan la herramienta que
permitiría el renacimiento de la Libertad: La sublevación efectiva, la ola humana
que arrastre a quienes pretendan refrenarlos.
La participación social y los
mecanismos de comportamiento cívico que son orgánicamente parte de la
Democracia resultan quiméricos frente a la fuerza bruta descarada. Ellos saben
muy bien que ningún campo de concentración ha sido liberado por sus
priosioneros. La represión desembozada, e impúdica tienen una sola forma de ser
enfrentadas y barridas: la insurrección popular. Por ello, una de las armas más
importantes de la Tiranía es la adulteración de la verdadera historia, de las
luchas populares ejercidas con efectividad, pues son una inspiración para que las
masas oprimidas puedan desahacerse en forma real de sus opresores.
*Dr Fernando
Dominguez