Cuando la comunidad internacional le permite a esos bandidos permanecer en el poder y ejercerlo con mentiras, disparates, armas de destrucción masiva, envenenamiento de las aguas, la atmósfera, los mares y la potencial matanza masiva de seres humanos, con intención o por ignorancia, el resultado es el mismo que permitirle a unos bebés jugar con bombas atómicas, amparados en el supuesto derecho de que unos padres ejercitan su autoridad sobre sus hijos, no importa cómo y pueden permitirles jugar con el propio destino y con el del resto de los seres humanos, por una soberanía absoluta de sus derechos, por encima del derecho del resto de la humanidad.
De esa soberanía de la estupidez y el suicidio propio y el ajeno es que los sàtrapas, los tiranos, los comunistas y los nazi-fascistas disfrutan.
¿Qué hace la comunidad internacional con unos imbéciles que por el ejercicio de su soberana soberanía sobre sus propios asuntos pone en peligro inmediato y sin remedio toda la vida humana con armas de destrucción masiva obtenidas mediante sus cómplices o por sus propios medios, destruye la atmósfera, envenena los suelos y las aguas, contamina con toxicidad letal a su pueblo y a pueblos vecinos y co-habitantes del planeta en el que vivimos, con intención o sin ella?
Ese dilema no es únicamente teórico. Miren al cielo ahora mismo...
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