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Sunday, November 17, 2024

Es más aplastante que lo que parece…

Por muy Trumpista que se sea; por muy fanáticamente creyente en el conservadurismo que se sea; por muy muy admirador del Presidente Trump; no se puede siquiera imaginar lo verdaderamente aplastante de la victoria  ocurrida en las elecciones del 5 de Noviembre de 2024. 

A menos que se pueda ver el mapa resultante, teñido de rojo de forma absoluta, el balance mayoritario en el Congreso, en el voto popular, en el número de estados, en el absoluto mandato, si se cuentan los condados… cuesta imaginar un mandato popular más contundente, impecablemente objetivo que el que el pueblo norteamericano otorgó al Presidente Trump.

Ahora resulta más entendible la estadística promedio que no encuentra de dónde salieron los 6 millones de electores que votaron para Presidente a una persona que apenas salió del sótano de su casa a hacer campaña, contra un Presidente en ejercicio que obtuvo 75 millones de votos, absolutamente muy superior a presidentes en ejercicio y  esos 6 millones de “votantes” nunca más han vuelto a votar…

Eso enmarcado en irregularidades de todo tipo, dieron la “victoria histórica” a una persona con un pasado oscuro de “flip-flops”, que de defensor a ultranza del KKK se convirtió en todo lo contrario, entre otras lindezas.

Ese maquiavélico asalto al poder en 2020 fue efectuado con una agenda:

·       - destruir a la nación creada sobre la base de la igualdad ante la Ley,

·       - la República democrática,

·       - el balance de poderes,

·       - la libertad empresarial,

·       y fue seguida de la inserción de todo tipo de “impertérritos” incompetentes, con una tarea común:

o   virarlo todo de cabeza,

o   destruir los principios constitucionales,

o   atentar contra la meritocracia para imponer la destructocracia:

o   destruir la capacidad defensiva sustituyendo el mérito por la “inclusividad”,

o   destruir la moneda y su valor mediante la impresión de dinero sin respaldo, creador de inflación y de destrucción del nivel de vida, de la competitividad y del desarrollo real,

o   sustituir la educación patriótica por el adoctrinamiento,

                 o   envilecer a los niños y jóvenes y erradicar el papel de los padres en l                 la formación, educación y cultura de las nuevas generaciones, para                     manejar a su antojo ese adoctrinamiento,

o   imponer la discriminación política y social escondida en la inclusión de todo tipo de conductas favorecedoras de la disolución del patriotismo, el respeto a los mayores y el desarrollo de conductas antisociales,

o   disolver la nacionalidad mediante la admisión masiva de inmigrantes que facilitase un ejercicio del voto sin criterio a su favor y coadyuvase a la destrucción de la nación que diseñaron los Padres Fundadores

¿Es casual que esa sea precisamente el conjunto de objetivos de la llamada Agenda 2030, del globalismo que aspira a “modelar” la humanidad a su nuevo orden económico, político y social, de dominio absoluto sobre toda esa humanidad y convertirla en su servidora?

A medida que esa destrucción mostró su horroroso resultado, el país, como un todo, decidió lo que pasó en las urnas el 5 de noviembre. El proceso conformó una verdadera alianza nueva: los que querían salvar su nación, su patria, su cultura, su orgullo por ser norteamericano, de origen o adoptado, no importa en que partido o grupo social estuviese, contra el antiamericanismo, la destrucción de la nación, que una especie de rabiosos fanáticos querían perpetuar y terminar de consolidar.

Todo tipo de persona que se dio cuenta de qué lado brillaba el orgullo americano decidió apoyar al Presidente Trump, cuya resistencia a la barbarie ha sido proverbial, que ha dedicado su vida, su familia, su trayectoria a defender la nación era, es y será, el indiscutido líder de todas esas personas, que por encima de intereses personales abandonó a las huestes demócratas y ha formado esa coalición patriótica.

Esa coalición conforma el gabinete que el Presidente Trump ha nucleado para esa gran batalla que es arreglar lo que está roto, a pesar de la retranca, la retórica, las jugadas sucias, los insultos y las campañas mediáticas. Eso ya lo hicieron, lo van a seguir haciendo y los ciudadanos no los toman en cuenta. Solo la prensa alabardera, los comentaristas servidores del antiamericanismo y algún que otro“rino” prestará oídos a esos novelones, a la histeria y el resquemor de los que perdieron por una aplastante mayoría. Hay mucho que arreglar y reconstruir.

 ¿Puede alguien, en su sano juicio, pensar que el Presidente Trump y su  equipo para arreglar la nación, va a prestar oídos a tales idioteces? 

Acaso:

·  Los Generales del Pentágono que destruyeron lo que debían conservar, dirán que el mismísimo Eisenhower que ganó la II Guerra Mundial, es incompetente para revisarlos…

·  Los destructores de la política exterior en el Departamento de Estado, jamás declararán lo felices que son de que Marco Rubio les sacuda la mata.

·    Los que convirtieron al Depto. de Justicia y al FBI en una agencia privada contra Trump, pues jamás admitirán que Gaetz es más competente que todos ellos juntos, porque es una persona decente y no un vendido.

·    Los defensores de la barbaridad transgénero, abanderados detrás de esa persona que ha dislocado el sentido común del papel de la salud en el género humano, nunca admitirán que RFKJr es competente para barrerlos a todos de toda oficina que haya destruido los principios por la que existe.

·   Los abanderados del papelazo de los oficiales de la inteligencia certificando que la laptop de Hunter Biden era un dardo desinformativo de Rusia, contra toda verdad, claro que no estarán de acuerdo ni que, si nombran al difunto Allan Dulles, porque ellos no tienen salvación, disculpa o excusa. Corrupción monda y lironda. Y eso puede ser juzgado, porque es un delito.

·       Que el hombre más exitoso del planeta, junto a alguien de la misma experiencia, racionalicen y ordenen a los burócratas, no es bien visto…por los burócratas, que actualmente campean por su respeto.

·  Los “educadores” que han introducido la anti-educación para complacer a sus superiores, en detrimento de las familias, de la nación y de su futuro, jamás aceptarán la monstruosidad que han hecho. Aunque la nación entera se lo grite en su cara.

Cada uno de los que la hicieron, deberán responder por sus acciones, ya que muchas de ellas son delitos, son traición a la nación o son pura corrupción. 

Todas ellas, previstas y sancionadas en todo código, civil y militar.

Del lado nuestro hay una tarea bien clara: ¡respaldar a nuestros salvadores!

Thursday, November 7, 2024

Aplastante... pero no sorprendente

La aplastante victoria del Presidente Trump en estas elecciones de Noviembre del 2024 solamente sorprendieron a los fanáticos más profundamente adocenados de la izquierda rabiosa que domina al Partido Demócrata desde hace una década y que se nuclea alrededor de Barack Obama, quien es su guía e inspirador.

La extrema enajenación de ese núcleo, acrecentada, propagandizada, convertida en una religión ideológica  y multiplicada por la sopa de letras que constituye la prensa escrita, radiada y televisada, que el partido demócrata posee y controla, acrecienta su apariencia de mayoría dominante, al utilizar las tradicionales técnicas de la izquierda rabiosa: intentar el lavado de cerebro de la población, aparentar unanimidad y coherencia, censurar toda opinión diferente, estigmatizar las contrarias, convertir en monstruos a los adversarios y luchar a brazo partido por alcanzar su poder como eterno e indisputado.

Si se examinan las estadísticas electorales  de la última década, se aprecia que hay una casi consistencia numérica en la votación total en cada elección, la que, sospechosamente,  se altera en el 2020, coincidiendo con la supuesta dominación demócrata en un proceso electoral lleno de irregularidades. Es casi obligado el pensar que esa super-mayoría de la que alardean en 2020 es sospechosamente irreal. ¿Dónde están esos votantes?

El resultado de las políticas impuestas desde el primer día del gobierno Biden-Harris (anarquía y apertura de la frontera sur), la imposición arbitraria de la transformación de la creación de energías a la energía exclusivamente renovables, la inflación galopante a consecuencia de los desequilibrios fiscales consecuentes a una arbitraria y galopante emisión monetaria, las exageradas ayudas internacionales, el retiro  de tropas desorganizado, el inefectivo y generador de ruptura del equilibrio, el riesgo a las tropas y nacionales por la incompetente transferencia de poder a los enemigos y otras lindezas similares, consiguieron despertar a la  población a las horrorosas políticas, caprichosamente encaminadas a disminuir el papel y el prestigio de la nación, a la “colaboración” con la agenda globalista y a la asunción de sus políticas funestas como suyas, golpearon profundamente su credibilidad, abrieron los ojos a la población de lo perjudicial de sus objetivos y consiguieron algo difícil: casi unanimidad en el rechazo a esas políticas y la implícita aceptación de todo lo contrario: el programa de Hacer USA Grande otra vez!

Todo esto, unido a la creación de focos internacionales de conflicto debido a su balbuceante e indefinida política internacional, a la colaboración con actores contrarios al interés nacional, se suma a la enorme cadena de disparates y minó su credibilidad nacional e internacional.

Como fenómeno paralelo, el mundo ha visto con muy buenos ojos el surgimiento de un fenómeno opuesto: el regreso a la política de sentido común y avances del patriotismo y la libertad empresarial en varios países como Italia, Holanda, y Hungría en Europa, y de Bukele en El Salvador y Javier Milei en Argentina, con un efectivo resurgimiento de la prosperidad, de la libertad y del apoyo popular. Todos estos avances tienen un común denominador con las políticas conocidas y aceptadas de Donald Trump.

Como si esto no fuese suficiente, una crisis de proporciones inimaginables se presentó en el campo Biden-Harris. La ya evidente incapacidad de Biden para enfrentar a Trump, provocó un “golpe palaciego” que retiró al candidato Biden, por obvia incapacidad física y mental,  e impuso en su lugar a la peor candidata posible: la Vice-Presidenta Harris, incolora, inodora e insípida, como el nuevo candidato de la élite demócrata.

En resumen, a la batalla que venían perdiendo de antemano por los pésimos resultados de la administración Biden-Harris, se suma las  ausencia de cualidades de la candidata. Ella es una persona sin coherencia, con un programa indefinido, una dudosa capacidad humana para brillar y con un solo y único argumento: mujer, dudosamente de raza negra, incoherencia manifiesta en su exposición y con una campaña basada en esa única cualidad: mujer y dudosamente negra de origen!

Ni qué decir que la ausencia de cualidades del candidato demócrata fue complementada con una horrorosa, insultante y repugnante campaña de insultos al otro candidato y a sus partidarios, una reincidencia en el método inescrupuloso de perseguir al candidato contrario, no solo con insultos, sino con persecuciones ilegales y descabelladas, incluyendo el asalto a su propia residencia.

¿ Qué más hacia falta para demostrar ante la población quien era el candidato idóneo?

Con el agravante de un ejercicio presidencial anterior, que fue efectivo, a pesar de una feroz persecución política... Es acaso sorpresivo que Donald J Trump aplastara políticamente a Kamala Harris?

Era un final, tan esperado, como los de las novelas amorosas de Corín Tellado!!!

Consecuencias apabullantes: el desarreglo alcanzado por el Partido Demócrata; la evidente y  aplastante improcedencia, la inefectividad, el infantilismo, el extemporáneo contenido de sus políticas y la enajenación alcanzada con una gran parte de su base tradicional, asombrada del derrumbe desastroso que su dirigencia ha logrado.

Las escenas ridículas,  y dignas de lástima, al mostrar ese infantilismo y la enajenación de una gran parte de sus fanáticos activistas, permiten hacerse una idea de lo grave de ese desastre y comprender que eso no se arregla en poco tiempo. Requerirá mucho tiempo y esfuerzo para que ese Partido deje de ser una secta y regrese a su papel de partido político en la nación que ha sido ejemplo del mundo y lo volverá a ser otra vez.

Sin embargo, es necesario comprender que el regreso a unos Estados Unidos grandes otra vez,  aunque contará con la tradicional oposición histérica, basada en ese núcleo de extrema izquierda que ansía la destrucción de los valores de la nación, la transformación a su antojo del orden constitucional y de los principios que sentaron los padres fundadores,  requerirá el ejercicio de paciencia, mano firme y apoyo a la tarea de regresar al sentido común en el gobierno, que tiene grandes tareas para poner a a nación en el lugar preponderante del mundo que nunca debió perder.