Tal
y como ha ocurrido histórica y sistemáticamente, desde que el comunismo se
apodera del poder, comienza un cotidiano e indeclinable deterioro de la vida
social, política, cultural, científica, educacional, productiva, ética y de
todo tipo, que, también inevitablemente, desemboca en la muerte y desaparición
de esa monstruosidad.
El
férreo, despiadado y absoluto dominio del poder estatal, gubernamental.
político y social, no le deja un átomo de vida a las necesidades de la
población, y mucho menos a ningún tipo de sueños, esperanzas y ansias de
prosperidad. Todo lo que pueden exprimir es poco para el apetito insaciable de
los tiranos, lo que al final termina por hacer desaparecer todo tipo de
posibilidades de sobrevivencia. En el pecado está implícita la
penitencia.
Muchas
de esas sociedades que empezaron de esa manera, han muerto, y han dado origen a otras, también carentes de
muchos rasgos positivos, pero que aún así, son un alivio al ahogo
comunista.
Un
caso claro es la antigua URSS, transformada ahora en una Rusia de oligarcas, donde
conviven dos de los peores rasgos de una sociedad: la ausencia de libertades,
democracia, representatividad y legitimidad de las “autoridades” mezclada con
una despiadada apropiación oligárquica de la riqueza, que les viene originada
por el robo descarado de la antigua “propiedad social”.
Aunque
tiene rasgos de lo peor de ambos mundos, representa un “respiro” al comunismo,
ya que introduce el elemento “interés privado”, con su implícita carga
de racionalidad, superior al loco despilfarro comunista, lo que permite un
acercamiento a las necesidades a satisfacer, orientadas por el interés privado
oligárquico, que es un alivio a la desesperanza absoluta comunista.
En
el caso cubano se nos presenta, descaradamente, una “continuidad”, servida en
bandeja de plata por la absoluta sumisión a los poderes que por 64 años han
destruido la sociedad cubana. Hasta podría parecer una obra de teatro bufo ese
ejercicio siniestro de presentar la continuidad descarada del poder omnímodo
como continuación de unos supuestos “logros” que la mentira oficial han hecho
su falsa bandera por tanto tiempo y que ha logrado atraer no pocos incautos en otros países.
Hundir
un país que ocupaba el número 13 en el mundo por su desarrollo
económico y su nivel de vida promedio en 1958, al puesto 187 (a
pesar de las trampas y mentiras estadísticas que permiten llegar allí) en 2023,
se presenta como un logro.
Otro
logro, es también haber destruido el sistema de atención médica y sus metas de
calidad de vida y niveles de salud, incluyendo un sistema de formación de esos
profesionales que los distinguía en el mundo, transformado ahora en un ejército
de esclavos para enriquecer al poder ilegítimo que los crea y los utiliza y que
solo es apto para ejercer en selvas, pueblos periféricos y lugares apartados
porque no conoce ni practica la atención y el cuidado médico de alta
tecnología, presente en otros muchos lugares.
Logro
enorme es haber destruido todo el sistema de enseñanza después de haber
confiscado todo el conjunto de instituciones privadas que junto a las públicas
cubrían toda la población.
Logro
gigantesco es haber destruido las bases del deporte, sus instalaciones y su
práctica.
Otros
importantes logros son la destrucción total de la infraestructura agropecuaria,
industrial, constructiva, de servicios públicos, comercial, habitacional,
cultural, y de todo tipo.
Un
gran logro ha sido la militarización de toda la nación, de su administración,
de sus sistema de enseñanza y entrenamiento; Otro logro no menos importante es la
instauración de un sistema de “ordeno y mando” concebido para complacer cuanto
antojo y capricho tengan los dirigentes del país y despreciar cualquier otra
iniciativa, sugerencia y mecanismo, por muy lógico que sea o parezca.
Aunque
la lista de logros es interminable, el principal está a la vista, no necesita
números, estadísticas o demostraciones: han retrasado el orden social en más de
un siglo, el nivel de vida en otro tanto, han desaparecido las esperanzas de
los habitantes y han logrado que la mayoría de la población joven, preparada y
saludable, emigre en proporciones que hacen imposible recuperar la nación por
la estructura de pirámide invertida de la población; además de agregar la
presencia de la peor administración de recursos, el reino de la iniquidad, el
ordeno y mando caprichoso y dilapidador, la entronización de una corrupción
sórdida y omnipresente que se ha constituido en la única herramienta para
subsistir que tiene la población víctima de su opresión absoluta.
Otro
gran logro, es las intervenciones innumerables en otros países; el fomento del
espionaje, la delación, la vigilancia y el deterioro de la dignidad humanas,
para hacer posible que el régimen sobreviva al desprecio de sus pobladores y
sus “dirigentes” vivan como príncipes de un gran basurero universal.
La
peor consecuencia; el logro más devastador: La ausencia de lógica en las
acciones de todo el mundo. La total inexistencia de iniciativa alguna para
re-construir la nación, incluso después que se acabe la pesadilla actual, que
se derrumbará por sí misma.
La
devastación es tan terrible que impide hasta concebir la manera de superarla.
Para
muestra un botón: uno de los actos propagandísticos supremos de la “continuidad
de la miseria” es las celebraciones del 1ro. De Mayo, donde los esclavos
“manifiestan su fervor por ser esclavos de los dirigentes de turno” en la Plaza
de la Revolución, la gigantesca explanada que arropa a la multitud con
pancartas y consignas de un apoyo aparente, para la exportación y el
mantenimiento de un mito justificador de la sumisión. Pues este 2023 por primera vez en 64 años, NO
HAY ACTO Y CONCENTRACION CENTRAL.
Dos
elementos, alternos o al contrario, encadenados. El primero, la absoluta
paralización de la vida de la sociedad cubana, determinada por la miseria
absoluta que les impide hacer ese derroche que era parte del cuento de
Caperucita, consecuencia de la bancarrota en que se encuentran. El segundo, la
latente posibilidad de que esa multitud despierte y se rebele, aprovechando la
propia concentración humana, y liquide la pesadilla y a los culpables, frente a
ellos.
Ese recuerdo de hace 34 años, en Bucarest, que en unos minutos transformó una concentración de esclavos sumisos frente a sus amos, en protesta, rebeldía y ajuste de cuentas; que en un pestañear transformó a los “amados dirigentes” en “odiados culpables” y que terminó con el fusilamiento de los principales dirigentes, la liberación de un pueblo y el entierro del odiado comunismo.
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