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Wednesday, June 7, 2017

Buen Trabajo, Señor Presidente !!!


Donald J. Trump declaró que es el Presidente de los Estados Unidos y no del mundo, por lo cual se retiraba del Acuerdo de París para que cada nación dependa de sí misma y no de la caridad norteamericana para mejorar las condiciones ambientales.

El Acuerdo, que firmó Obama sin la aprobación del Senado, exige a los Estados Unidos que “voluntariamente” done hasta 410.000 millones de dólares al Fondo Verde, destinado (sin decir específicamente cómo) a evitar la contaminación en naciones del tercer mundo, muchas de ellas con dudosa capacidad para emplear esos fondos eficientemente.
Adicionalmente le impone a Washington, también “voluntariamente”, que restrinja la producción de bienes y servicios considerados contaminantes en el área de la producción de aceros, del carbón y otros productos energéticos, a niveles hasta del 80%, mientras gigantes como China e India quedan exentos de hacerlo.
 El “global warming” o recalentamiento global, ahora llamado cambio climático por falta de pruebas científicas, se ha convertido en la religión de los “liberales de izquierda”. “An Inconvenient Truth”, el libro de Al Gore por el que le otorgaron el Nobel de la Paz es la nueva Biblia de los mismos..
El dios que adoran ahora es el planeta tierra (que los indígenas andinos llaman Pachak Mama o Pachamama o Mama Pacha que adoran con ritos de sacrificios para la fertilidad de las cosechas). Los críticos de Trump dicen que la salida de USA del Convenio de París significa “una estocada de muerte a  Pachak Mama.
 
Bien saben que esa es otra mentira orwelliana. A los globalistas les importa un comino el cuidado del medio ambiente. Lo demuestran cada vez que se movilizan a las reuniones en lujosos jets y yates de alta contaminación ambiental y en  sus residencias de todo tienen menos “green energy”.
Lo que está en juego es el control del poder mediante la manipulación de la redistribución de la riqueza y  de los resultados. El más alto desarrollo tecnológico en la lucha contra la contaminación ambiental la tiene y la aplican los Estados Unidos, al tiempo que la ha puesto y la pone a disposición del mundo.
Cuando el Presidente George W. Bush se negó a firmar el Protocolo de Kyoto de 1992 por parecidas razones que Trump, la emisión de CO2 bajó en los Estados Unidos por debajo de las metas allí trazadas y por iniciativa privada, pero igualmente fue horriblemente atacado. El Acuerdo de París limita el papel rector del mercado y a la innovación en todos los campos, sobre todo al energético, a favor de planeamiento centralizado que hace muchas décadas sabemos que no funciona eficientemente.
Trump plantea que el desarrollo de nuevas fuentes energéticas como las solares o las eólicas, compitan y sobrevivan sin subsidio estatal sino sobre la base de su eficiencia. Gracias al sistema, los combustibles en los Estados Unidos no son un artículo de lujo como en Europa y la libre explotación de los recursos significará el ocaso definitivo de carteles como la OPEP.
 El encarecimiento de la energía frustrará los esfuerzos que se realicen por propia iniciativa o con ayuda externa para que los países pobres alcancen un desarrollo más acelerado. A mayor pobreza, mayor contaminación. La miseria no será superada con energía eólica ni solar, ni ninguna de éstas hará factible la telefonía, el tratamiento de aguas, la salubridad en general. Por el contrario, el efecto se confunde interesadamente con la causa.
 En su reciente visita a Bruselas el Presidente Trump instó a los socios morosos de la  OTAN a ponerse al día en sus pagos. Cuando terminó la II Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en el mayor financista del organismo y por el temor a un resurgimiento del militarismo, instaló tropas en Alemania y Japón, lo que ahorró ese gasto a los derrotados. Hace rato que es hora que los países desarrollados contribuyan efectivamente a su propia defensa y seguridad para aliviar el peso sobre los hombros de nuestros ciudadanos.
Se dice que China cubrirá el “vacío” dejado por los Estados Unidos en la “cruzada” (que el Papa Francisco apoya) para defender a  Pachamama. Mas el Acuerdo exime a China de todo compromiso hasta el 2030 presumiéndose que toda la producción de carbón prohibida a Estados Unidas la desarrollarían los chinos. Más que Pachamama es Pacha Obama, todo siempre a favor de terceros y contra los Estados Unidos.
El Obamacare, camino a desaparecer, fue el mayor asalto a la economía de mercado. Buscaba el control del 16% del PIB. Con el intervencionismo del Acuerdo de París, violatorio de la Constitución, un área mucho mayor de la economía habría sucumbido al “colectivismo”, esta vez global. “No mientras yo sea Presidente”, dijo Trump, para nuestra satisfacción.
 Hay que desmontar, paso a paso la ruta de Alinski y la Escuela de Frankfurt. 

Buen Trabajo, Señor Presidente !!!


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