Específicamente vino a La Pequeña Habana,
para hacerle saber a la comunidad Cubano-Americana de la Florida, cuya mayoría
reside en Miami-Dade y considera la Pequeña Habana como su casa materna, que su
palabra empeñada en esta misma comunidad en la campaña electoral del 2016, se cumpliría
con la firma de una orden ejecutiva que pondría la relación USA-Tiranía
castrista en el mismo lugar que estaba antes de los acuerdos que secretamente habían
negociado uno de los asistentes de Barack Obama y uno de los descendientes de
los Castro, con el auspicio del Papa Francisco.
Para los simpatizantes del Presidente
Trump en esta Comunidad, que son una mayoría, fue un acto de gran satisfacción.
Hay, como mínimo, dos razones:
Primera: la palabra empeñada de un
candidato a la Presidencia se cumpliría, cosa no muy común entre los políticos
profesionales que reparten promesas electorales a tutiplén y las cumplen rara
vez, lo que ratifica la confianza depositada en el Presidente con nuestro
votos, y
Segunda: Las aspiraciones, deseos y empeño
por la Libertad de nuestros hermanos de la Isla se encuentran mucho más próximas
con el respaldo de sus aspiraciones por parte de nuestra gran nación y
especialmente su Presidente, que con el espaldarazo a los culpables de su opresión
que había hecho la administración anterior, y que para que no quedase duda
alguna, se santifico con una visita de estado personal del entonces Presidente
Obama donde sostuvo cálidas relaciones con el enemigo jurado de nuestro pueblo,
su opresor por más de 58 años.
La interpretación que los
simpatizantes de nuestro Presidente le damos a esos hechos difiere mucho de la
que le dan sus enemigos, que sospechosa y coincidentemente son los mismos que
de manera explícita o implícita respaldan a nuestro enemigo jurado: la tiranía
castrista.
No es posible imaginarse a la representación
suprema del mundo libre, al Presidente de los Estados Unidos de América
compartiendo alegremente con la peor representación de una tiranía opresora de
la que solamente quedan pocas en el mundo actual y una de las más descollantes
por su record histórico de desprecio a las normas elementales de la
convivencia, por la opresión inmisericorde sobre un pueblo que ha llevado al paredón
de fusilamiento masivamente, por una cárcel con las condiciones más inhumanas,
por llevarlo a la muerte como carne de cañón de sus aventuras militaristas
internacionales y por el deterioro de las condiciones de vida más asombroso que
ha hecho retroceder la sociedad a fechas anteriores insospechadas. Y que a su
vez se ha regodeado públicamente de sus acciones intervencionistas para llevar
a sus países vecinos al caos mediante la subversión, el desembarco de
guerrilleros, la propaganda y la desestabilización. Y que se ufana en haber
hecho todo lo posible por atacar a los Estados Unidos con todo lo que a su
alcance ha dispuesto en guerra sucia de todo tipo, en instalación de bases
nucleares con el propósito abierto de provocar la muerte masiva de millones de
norteamericanos en sus grandes ciudades.
Los Estados Unidos de América son el líder
mundial de la Libertad y de sus símbolos y ha sido una de las peores acciones
de la Administración anterior desnaturalizar ese hecho, negociando con países
como Irán y la propia Cuba y hacerlo a espaldas del Congreso y de la opinión pública
con acuerdos secretos cuyas interioridades solo se conocían por los negociadores
con cláusulas secretas para todo el mundo.
No hay diferencia alguna entre el régimen
castrista y el de Corea del Norte, excepto en el idioma que hablan y en la idiosincrasia
de su cultura respectiva. Junto con Irán prometieron "poner de
rodillas" a los Estados Unidos... ¿hace falta alguna otra prueba del tipo
de régimen de que se trata?
Para los enemigos del Presidente,
muchos de los cuales prefieren la Ley Sharia a la Constitución, pues resulta
natural que rechacen lo que a nosotros nos parecen bien. La Libertad no es
negociable y los Estados Unidos de América son eso: el símbolo de la Libertad,
de la prosperidad ligada a ella y del respeto absoluto por los derechos
humanos.
Para los que prefieren los negocios a
los principios les queremos recordar algo que Vladimir Ilich Lenin, ideólogo de
la maldad pero no tonto, reflexionó: los capitalistas están tan embobecidos por
ganar dinero que son capaces de vendernos la soga con la cual los
ahorcaremos...
Si alguien tiene un argumento mejor...
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