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Wednesday, July 31, 2024

La Guerra contra la Humanidad

 Estamos inmersos en una guerra de civilizaciones, de ideologías, de formas de pensar y actuar,  de costumbres, de tradiciones…una guerra que tiene un propósito definido: acabar con el modo de vida de la inmensa mayoría de la población del planeta y cambiarlo drásticamente a otro modo muy diferente.

Mientras la libertad, el progreso material para llegar a conseguir la felicidad, el actuar de forma gentil y considerada con los demás, para lograr la reciprocidad y una sociedad sosegada; el cultivar el amor filial y el respeto a las tradiciones, son conductas que nos han conducido por miles de años hasta este momento. Se plantea cambiarlo, total y drásticamente, por su inverso.

Un nuevo modo de vida basado en la ausencia de la moral tradicional que hemos practicado por milenios. Nueva forma, basada en la desaparición de la familia, como centro neurálgico de la existencia, forma que crea valores humanos, amor filial, respeto y cultivo de las tradiciones, y  que por siglos nos han identificado como seres humanos que compartimos un pasado, un destino y un modo de vida.

Ese conjunto de rasgos definitorios de la especie, vista como un todo, se gestó, consolidó, enriqueció y se compartió colectivamente a través de lo que llamamos “valores judeo-cristianos”, y acabamos de presenciar el primer ataque mundial, abierto y premeditado, a esa forma de vida en la repugnante “ceremonia” de inauguración de la Olimpiada de París.

La importancia del lugar escogido habla por sí misma: mientras que la competencia civilizada, el ejercicio del deporte como forma pacífica y saludable de cultivar la mente y el cuerpo han sido un ejercicio de siglos, se utiliza el lugar como símbolo supremo del cambio de paradigma.

No  es casualidad. Es escogido. Y aunque el rugido de disgusto y desaprobación del mundo impuso a los responsables del acto de guerra cultural decir una falsa y tibia “recogida de las armas”, fue hecha tan hipócrita y malvada, que más bien fue una re-afirmación de lo hecho, una justificación de las “bondades excelsas” de sus propósitos cuando lo concibieron originalmente y resulta en una declaración de principios que establece que los equivocados, mal pensados e ignorantes somos los millones que nos disgustamos.

La decadencia de la Europa que originó nuestras bases socio-culturales se puso de manifiesto brutalmente en esa ceremonia. El contexto fue idealmente escogido por los organizadores, actuando como guerreros de esa cruzada de erradicar el modo de vida vigente hasta hoy y sustituirlo por el  creado específicamente para sus propósitos ulteriores, por aquellos que tienen un objetivo definido: desaparecer todas las barreras socio-culturales, morales, religiosas, ideológicas y biológicas, todos los obstáculos, todos los frenos socio-políticos, que les permitan llegar a su victoria: someter a todo el planeta a la esclavitud científico-degradante de la llamada Agenda 2030 de la ONU, el gobierno mundial único e indiscutido, el sueño malévolo de la oligarquía.

De repente queda claro porqué los cómplices de esa oligarquía globalista destruyeron las fronteras, estimularon la inmigración masiva de personas de otras culturas, religiones y costumbres. Era necesario minar la cohesión de considerar la nación como una especie de extensión de la familia inmediata. Destruir la Ley y el Orden de cada país y sustituirlo por variadas formas de “justicia popular y espontánea de barrios y colectivos con diferentes códigos morales, sociales y legales”. Es decir, destruir la Ley y el Orden establecidos por siglos y organizados bajo las reglas y normas de convivencia tradicionales.

Junto a esto, destruir los conceptos y verdades sobre los géneros, abolir todo freno al comportamiento sexual y social. Generalizar el desprecio de los valores de las obras de arte, los monumentos, que han enorgullecido a los pobladores de países y ciudades donde se originaron, tildando de “racistas”, “opresores” “esclavistas” a los creadores, que han muerto hace mucho y no pueden defenderse.

Todo ese conjunto maquiavélico tiene un fin único: destruir nuestra civilización tal como la conocemos y crear una nueva humanidad sin géneros, sin parejas para procrear y crear amor filial, sin familias que atenten contra lo impuesto por el poder tiránico que nos convertirá en una esclavos animaloides, sin intereses, sin pasado, sin futuro, mantenidos por la producción creada por la inteligencia artificial y reproducidos por esos métodos, erradicando toda relación humana, y sin otro interés que vegetar sin propósito, mientras la oligarquía disfruta de un mundo bajo su absoluto control,  sin oposición, presente o futura.

Este primer acto de guerra de la oligarquía globalista pone de manifiesto la necesidad de dejar de mirar el problema como de otro. Oponerse activa y manifiestamente, en todo momento, lugar y situación, es una necesidad vital.

Sospechen de todos los que opinen que eso es un cuento de una imaginación creativa.

No lo es. Y la primera tarea es erradicar de todo poder público a los propulsores de tales chifladuras.

Todos sabemos quienes son…

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