Estamos
a mitad del camino entre las elecciones que fueron un formidable espaldarazo de
la población a los cambios prometidos por el Presidente Electo y el inicio de
la Administración Trump. La promesa de “Hacer América Grande otra vez” se
va dibujando en lo que se puede apreciar hasta el momento: el Gabinete Trump,
el grupo de personas escogidas por el Presidente Electo para llevar al país por
el rumbo prometido por él y ansiado por sus electores.
Primera
observación: el cambio profundo en el concepto ideológico de la Administración
respecto a la actual. Este cambio se enmarca en la tendencia actual en el mundo
contemporáneo como una corrección de lo que sucedía en las dos décadas
anteriores. Ha ocurrido un estancamiento serio en el desarrollo económico del
primer mundo, acompañado de un creciente malestar por la creciente amenaza del
terrorismo, particularmente islámico, y una creciente demanda de la población
por gobiernos más efectivos, por la erradicación de la corrupción y por una ansiedad de una seguridad pública deteriorada.
Este
cambio de paradigma es similar, quizás más agudo, que el ocurrido en el mundo al
momento del cambio de los 80, con la llegada al poder de Margaret Thatcher.
Ronald Reagan, Helmut Kohl y el Papa Juan Pablo II y la aceleración de las
diferencias Este-Oeste y el surgimiento de un nuevo modelo económico en China. Aquel
cambio trajo prosperidad creciente, esperanza, la caída del bloque soviético y
la creación de un nuevo sistema de relaciones internacionales.
Cada
momento histórico demanda la aparición de figuras que concentran en sí la
necesidad del cambio. No se pusieron de acuerdo en el mundo de la época los
pueblos respectivos para elegir a líderes que representaban ese cambio. No se
pusieron de acuerdo para que el régimen soviético se desmoronara. Esos cambios
son traídos por las fuerzas invisibles de la economía y la sociedad. De similar manera los cambios actuales son el resultado del fracaso de lo que existía anteriormente.
La
primera aproximación a saber qué esperar de la nueva Administración es examinar
su composición y compararla con las
anteriores. El Presidente Electo ha designado ya a la mayoría de ese equipo, lo
que nos permite medir (aunque sea aproximadamente) la experiencia del equipo
gobernante y compararla con los anteriores. Medimos la experiencia en dos
campos: Gobierno/Militar y Empresarial/Privada y la suma de ambas: (Tomando las
principales figuras alrededor del Presidente)
Administración
|
Gobierno/Militar
|
Empresarial/Privada
|
Total
|
Kennedy
|
77
|
19
|
96
|
Nixon
|
67
|
28
|
95
|
Carter
|
58
|
21
|
79
|
Reagan
|
51
|
45
|
96
|
Bush (Padre)
|
79
|
53
|
132
|
Clinton
|
101
|
22
|
123
|
Bush
|
80
|
72
|
152
|
Obama
|
117
|
5
|
122
|
Trump
|
55
|
83
|
138
|
Se pueden hacer muchas mediciones y agrupaciones estadísticas
pero sin lugar a dudas salta a la vista la relevante
diferencia entre la Administración saliente y la entrante en cuanto a la
composición de los actores y su experiencia ejecutiva así como la cantidad y calidad de esa experiencia.
El significado que este cambio tendrá para nuestra sociedad es evidente. El que tendrá en las relaciones internacionales, es también
evidente. Para aquellas personas acostumbradas a una ideología que privilegia
el peso del gobierno y minimiza la adopción personal de decisiones y la toma de
riesgos este cambio resulta desestabilizante. Para aquellas personas, por el
contrario, que creen firmemente que el gobierno tiene un papel minoritario en
las decisiones de su vida, que se basan en sus preferencias, decisiones y tomas
de riesgo personales en pos del beneficio y el bienestar, se encuentran
felices.
El paradigma personal de cada uno de estos actores en la vida social
determinó que fueran seleccionados para esos importantes cargos, que moldearán
la vida social de todos y se puede anticipar desde ahora que incorporarán un
diario y colosal forcejeo, cuyos antecedentes hemos vivido en estos días,
tratando de evitar, a toda costa y a todo costo, que la Administración Trump se
instale en la Casa Blanca. Se unirán a ellos figuras internacionales que no
desean cambios en las relaciones existentes y encontrarán respaldo y nuevos
aliados entre quiénes aprecien que el cambio se aviene a sus preferencias,
conveniencias y objetivos.
Para unos, hemos llegado al Armagedón. Para otros hemos llegado al paraíso....
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